sábado, 15 de agosto de 2009

El Experimento Philadelphia

El origen del proyecto

A finales de los años 30, un brillante ingeniero eléctrico llamado Nikola Tesla, originario de Croacia pero residente en Estados Unidos desde 1884 y uno de los más grandes inventores del S.XX. en las disciplinas de la electricidad y el magnetismo, afirmó haber completado una teoría dinámica de la gravedad, que básicamente explica la gravedad como una mezcla de ondas electromagnéticas longitudinales y transversales. Estos razonamientos, calaron hondo en un grupo de trabajo que experimentaba con los campos electromagnéticos en la Universidad de Chicago, donde se estaban iniciando las investigaciones sobre la posibilidad de la invisibilidad a través del uso de campos eléctricos y magnéticos. Este proyecto se habría trasladado en 1939 al Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton.

En un momento determinado, se afirmó haber conseguido la invisibilidad de pequeños objetos, con lo que se presentó al gobierno de los Estados Unidos. Los militares, al estar el país en guerra, vieron el potencial de esta nueva tecnología y decidieron sufragar el curso de las investigaciones a fin de direccionarlas en el sentido que les convenía: su aplicación a la industria bélica.

El experimento

Ateniéndonos a los hechos, estos se habrían iniciado en junio de 1943, cuando en el destructor de escolta U.S.S. Eldridge, código naval DE-173, es modificado para transportar toneladas de equipamiento electrónico, entre el que se incluirían dos generadores masivos que distribuían su potencia a través de cuatro bobinas montadas en cubierta; así como tres transmisores RF de 2 megavatios cada uno, 3.000 tubos amplificadores 6L6 (empleados para canalizar los campos de las bobinas de los dos generadores), circuitos de sincronización y modulación…

Todo este material fue empleado para generar campos electromagnéticos masivos que, correctamente configurados, serían capaces de curvar las ondas de luz y de radios alrededor del buque, haciéndolo invisible.

El experimento tendría lugar en los astilleros de Philadelphia, en el mar y al menos en una ocasión, fue visible para la tripulación del mercante de la marina S.S. Andrew Furuseth, uno de los cuales Carlos Miguel Allende, conocido como Carl Michael Allen, escribió tres cartas al astrónomo Dr. Morris K. Jessup en los 50 describiendo lo que había podido ver: una de las muchas fases del Experimento Philadelphia.

A las 09:00 horas del 22 de julio de 1943, se activaron los generadores recién instalados en el buque y los campos electromagnéticos se empezaron a conformar. Según diferentes testigos, una bruma verde empezó a cubrir lentamente al U.S.S. Eldridge, lo que dificultaba la visión del buque. De repente, la bruma que lo cubría desapareció y con ella, el U.S.S. Eldridge: en el lugar en que hacía un momento se encontraba el barco, ahora no había más que aguas agitadas. Los oficiales de la U.S. Navy y científicos adscritos al proyecto, marineros y testigos, quedaron maravillados, ya que el buque había desaparecido ante sus ojos. Pero los militares aún se sorprendieron más al descubrir que también había desaparecido del radar: era completamente invisible.

Todo había salido a pedir de boca y unos quince minutos después, ordenaron a los hombres de la tripulación, apagar los generadores. Ahora el efecto era el contrario: lentamente fue apareciendo la bruma verde y con ella el U.S.S. Eldridge empezó a materializarse. Sin embargo, algo había ido mal. Cuando el personal de tierra subió a bordo, los miembros de la tripulación estaban desorientados y con evidentes síntomas de náuseas. Esa tripulación fue inmediatamente retirada y se consiguió otra tripulación de repuesto para llevar a cabo un segundo experimento: en lugar de conseguir la invisibilidad total, ahora se pretendía hacer desaparecer al buque únicamente del radar, con lo que se debía modificar el equipamiento.

El 28 de octubre de 1943, a las 17:15 horas, se llevó a cabo la prueba final en el U.S.S. Eldridge. El los generadores del campo electromagnético se activaron y el buque fue prácticamente invisible. Únicamente el tenue contorno del casco permanecía a la vista, en el agua. Todo parecía ir correctamente los primeros segundos, cuando de repente una cegadora luz azul hizo desaparecer al barco. En cuestión de segundos, éste apareció de repente a 600 kilómetros, concretamente en la base naval de la U.S. Navy en Norfolk, Virginia, donde permaneció por cuestión de minutos a la vista del perplejo personal de la base. Y así como apareció en Virginia, desapareció de nuevo y volvió a aparecer en el punto de origen, en los astilleros navales de Philadelphia.

Esta vez, los efectos en la tripulación fueron más serios: mareos muy violentos, personal que desapareció por completo, otros que simplemente se volvieron locos o padecieron esquizofrenia severa, "y lo más terrorífico fue el hallazgo de cinco miembros de la tripulación fundidos completamente con la estructura de metal de la proa del buque". Los supervivientes nunca fueron los mismos, y permanecieron una suerte de amnesia total.

Lo que iba a ser un experimento de camuflaje electrónico, se convirtió, por azar, en una teletransportación accidental de un barco entero y su tripulación a una gran distancia del lugar de origen y por espacio de varios minutos.