Como componentes del pensamiento creativo podemos señalar entre otros:
• Fluidez o capacidad para producir gran cantidad de ideas.
• Flexibilidad o capacidad para interpretar de forma diferente un mismo estímulo.
• Originalidad o capacidad de producir respuestas nuevas adaptadas a la realidad.
• Elaboración o capacidad de producir el mayor número posible de detalles sobre la tarea que se quiere llevar a cabo.
Si en nuestra tarea de educadores tenemos en cuenta estos componentes, sabremos si nuestros niños son más o menos creativos y por tanto, cómo y cuándo debemos trabajar la creatividad en la escuela. Entre otras actitudes que podemos observar para saber el nivel de creatividad de un niño, están, la tolerancia, la sensibilidad, el espíritu crítico, la valoración por las propias creaciones y las de los demás, la espontaneidad.
Aunque más que fijarse en si un niño posee o no estas características, el educador debe fomentar y estimular en su quehacer diario la práctica del pensamiento divergente, procurando un ambiente propicio para hacer preguntas, realizar un aprendizaje espontáneo, aportar ideas personales y tratar que sea el niño quien resuelva sus problemas de forma innovadora.
• Fluidez o capacidad para producir gran cantidad de ideas.
• Flexibilidad o capacidad para interpretar de forma diferente un mismo estímulo.
• Originalidad o capacidad de producir respuestas nuevas adaptadas a la realidad.
• Elaboración o capacidad de producir el mayor número posible de detalles sobre la tarea que se quiere llevar a cabo.
Si en nuestra tarea de educadores tenemos en cuenta estos componentes, sabremos si nuestros niños son más o menos creativos y por tanto, cómo y cuándo debemos trabajar la creatividad en la escuela. Entre otras actitudes que podemos observar para saber el nivel de creatividad de un niño, están, la tolerancia, la sensibilidad, el espíritu crítico, la valoración por las propias creaciones y las de los demás, la espontaneidad.
Aunque más que fijarse en si un niño posee o no estas características, el educador debe fomentar y estimular en su quehacer diario la práctica del pensamiento divergente, procurando un ambiente propicio para hacer preguntas, realizar un aprendizaje espontáneo, aportar ideas personales y tratar que sea el niño quien resuelva sus problemas de forma innovadora.
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