domingo, 3 de agosto de 2008

Dos inventoras comercializan un solidificador de aceite de cocina usado

Se vende en botes y permite sacar en bloque el aceite de la freidora. Evita tener que tirarlo por el fregadero y contaminar el agua. Así es posible reciclarlo y fabricar biocarburantes o, sin llegar a eso, hacer lo que se ha hecho toda la vida: jabón.
Con esta medida podríamos evitar contaminar 33 millones de agua cada año.

MADRID.- "Qué fácil sería limpiar la freidora si el aceite se volviese sólido y se pudiera tirar a la basura". Esa frase, extraida de una conversación real entre Cecilia y Celia, fue la chispa que prendió la idea de su 'solidificador de aceites de cocina'. Un invento que podría evitar la contaminación de los millones de litros de agua que cada año se ven afectados por las grasas líquidas que se van por el fregadero.

Fritolimpio es el nombre que han dado estas dos inventoras a su producto, fabricado a base de otras grasas saturadas. Lo han empezado a comercializar hace apenas un par de semanas en forma de escamas. Éstas se distribuyen sobre el aceite de cocina recién usado, en la sartén o la freidora. Se remueve, se espera... Y el resultado es una especie de flan duro que, por descontado "¡no se come!", exclama Cecilia, mientras parte una ración de grasiento producto.

El aceite, ya sólido, arrastra los residuos que deja la freidora o los que se quedan en la sartén, "con lo que su limpieza es más cómoda". Todo ello se puede tirar a la basura, donde la contaminación es menor a la del agua, aunque lo ideal es llevar ese 'mejunje' al punto limpio. Allí es posible reciclarlo y fabricar biocarburantes o, sin llegar a eso, hacer lo que se ha hecho toda la vida: jabón.

Cecilia y Celia no son ingenieras, químicas o físicas. Son, ante todo, dos mujeres curiosas y pertinaces. Su invención partió de la necesidad de limpiar sartenes y freidoras de una manera rápida y eficiente. Eliminar para siempre la tentación de tirar el aceite sobrante por el fregadero. "Buscamos en el Google sobre cosas que pudieran hacer sólido el aceite de cocina, porque nos dimos cuenta de que había grasas vegetales que son sólidas a temperatura ambiente, como la margarina".

En realidad, el grupo de ácidos insaturados es el que agrupa a los aceites líquidos, como el de girasol u oliva que se utiliza en cocina. Si una grasa se satura, se vuelve sólida. Para ello se puede utilizar el proceso de hidrogenización a 'grasas trans', relativamente común en cierta industria alimentaria. En este caso, el proceso no se aplica para crear un alimento, sino el residuo, aunque planteamiento químico es similar.

La cocina de Cecilia ha sido testigo de este proceso. Ha sido uno de los campos de experimentación "durante un año, en que estuvimos haciendo pruebas, hasta que salió". Dieron con la dosis de producto clave: Una cucharada sopera por cada cuarto de litro de aceite. La pasta resultante se puede devolver a estado líquido tras someterla a alta temperatura.

El mercado, dicen, ha reaccionado muy bien a su producto. Está en fase de lanzamiento "y no tenemos por ahora una producción masiva, porque todo lo hacemos nosotras dos, desde las etiquetas, hasta la labor de campo para vendérselo a las grandes superficies". Cada bote de Fritolimpio no llega a los dos euros de precio.

Millones de litros de agua contaminada

En los hogares españoles, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que manejan estas empresarias, se utilizan al año 97 millones de litros de aceite de cocina para fritura. Esto son más de dos terceras partes el total de aceite consumido en España. Hay estudios que certifican que un litro de este aceite podría contaminar un millón de litros de agua. Si un tercio del usado se convierte en residuo, podríamos contaminar 33 millones de agua cada año.

Incluso sin reciclar, el aceite sólido, en un vertedero, se termina biodegradando, mezclado con el resto de residuos. Por eso es preferible esta solución, a dejar correr la grasa por las tuberías, donde también se convierte en un agente dañino para las cañerías.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/08/01/ciencia/1217606504.html

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