jueves, 7 de agosto de 2008

Quienes están desarrollando las energías renovables son las grandes empresas, no las asociaciones ecologistas

El Instituto estadounidense World Watch lleva tres décadas adelantando los principales problemas medioambientales y sociales del mundo, como el cambio climático, la destrucción de la capa de ozono o la obesidad en los países pobres.

Sus informes y sus indicadores son tenidos en cuenta por gobiernos y multinacionales, como "El estado del mundo", que se edita en más de 30 idiomas y cuenta con más de un millón de ejemplares vendidos. Asimismo, dispone de una red de 140 socios en 40 países de los cinco continentes.

Según el responsable de World Watch en España, José Santamarta, se trata de la primera organización que ha unido medio ambiente, desarrollo y sostenibilidad. Santamarta asesora a diversas instituciones españolas, como el Ministerio de Medio Ambiente, para los que realiza diversos estudios, como el reciente análisis de la emisión de gases de efecto invernadero en España, financiado por Comisiones Obreras.

¿Cuáles son las últimas conclusiones del informe "El estado del mundo"?

El último informe está dedicado a China y a la India, dos potencias emergentes que están aumentando el consumo de recursos y con ello los problemas: La crisis del petróleo se debe en gran parte a ellas. Asimismo, China se ha convertido en el segundo país emisor de gases de efecto invernadero. No obstante, su modelo de desarrollo también tiene un lado positivo: China es uno de los países que más energía solar de bajas temperaturas utiliza. Una parte considerable de la población china e india ha salido de la pobreza, y son de los pocos países del mundo que están cumpliendo los Objetivos del Milenio. El informe también analiza nuevos problemas, como el desarrollo de la nanotecnología, uno de los grandes retos del futuro.

¿Y qué dice de España?

Analiza un problema de una especial importancia para España: la contaminación por mercurio. En la mina de Almaden, en Ciudad Real, están dos tercios de las reservas mundiales de este mineral. El papel de la administración no es que sea muy positivo: ha conseguido retrasar de 2007 a 2011 la prohibición del mercurio en la UE, para que la empresa Mayasa, englobada en la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), pueda seguir exportando el mercurio acumulado, aunque la mina haya cerrado.

¿Realmente puede servir de algo seguir el Protocolo de Kyoto?

Es un primer paso que está encaminando las cosas por un buen terreno, aunque se está abordando de manera muy conflictiva y compleja. Las negociaciones para eliminar los CFCs destructores de la capa de ozono fueron al principio también muy lentas. Pero cuando las mismas empresas que provocaban el problema comenzaron a fabricar sustancias alternativas que no dañaban el ozono, el tema fue viento en popa. Con Kyoto va a pasar lo mismo: cuando las empresas ganen dinero con las energías renovables la situación cambiará. El capital mueve el mundo, y el capitalismo encontrará una solución sostenible al desarrollo. Quienes están desarrollando las energías renovables son las grandes empresas, no las asociaciones ecologistas, que no nos engañemos, son unos actores sociales marginales.

¿Las grandes empresas solucionarán el problema del cambio climático?

El capital ya está buscando una salida al cambio climático. Las empresas que se den cuenta son las que van a ganar. Y las empresas españolas ocupan un papel importante: Gamesa está vendiendo generadores eólicos en todo el mundo; Iberdrola se está reconvirtiendo; Acciona, que procede del sector de la construcción, está apostando a tope por las energías renovables; Isofotón, con sede en Málaga, vende el 80% de su producción fotovoltaica en el resto del mundo; Avengoa está vendiendo su tecnología de centrales solares termoeléctrica en Estados Unidos; British Petroleum, que se cambió el nombre a Beyond Petroleum (Más allá del petróleo) ha visto las oportunidades de las energías renovables y tiene en Tres Cantos (Madrid) la mayor fábrica de energía solar fotovoltaica del mundo; etc.

En el último número de la revista "World Watch" se habla del "fin del petróleo". ¿Tan mal está la cosa?

Hay una discusión que se remonta hace 30 años. El petróleo como tal no se va a agotar nunca. Cuando el precio sea prohibitivo se dejará de extraer. En un pozo se aprovecha menos de la mitad del petróleo que hay, porque no hay tecnología para extraerlo todo. Con la subida de los precios o con nuevas tecnologías se podrá extraer el petróleo de las profundidades marinas, o se utilizarán otros recursos como la oriomulsión del Orinoco, las arenas alquitranadas de Canadá o Venezuela, los hidratos de metano del Ártico, etc. Hay que hablar mejor de a qué precio se puede extraer. En Arabia Saudita o Irak extraer un barril de petróleo cuesta un dólar o dos, y en el Mar del Norte diez o quince dólares. Sin embargo, lo que hay que hacer es ir "descarbonizando" nuestro sistema energético para evitar los problemas de los gases de efecto invernadero.

¿Cómo se puede conseguir esa "descarbonización"?

El World Watch publicó hace 20 años el informe "El poder de elegir", que planteaba la necesidad de una revolución energética basada en la economía del hidrógeno. El problema del hidrógeno es que es un vector energético, no es una fuente de energía: Necesita una fuente de energía primaria para extraerlo. Hoy por hoy la mayor parte del hidrógeno se extrae a partir del gas natural. El día que se obtenga el hidrógeno de manera limpia, basada en energías renovables y la economía se base en él, el problema del cambio climático habrá entrado en una vía de solución. En el futuro no es descabellado pensar que el desarrollo de la energía eólica y solar permitirá obtener el hidrógeno a unos precios competitivos. También hacen falta tecnologías para utilizarlo; depende básicamente del desarrollo de las pilas de combustible, donde se está avanzando bastante. Muy probablemente se utilizarán para generar energía distribuida en las propias comunidades de vecinos, y en unos 15 o 20 años, sustituirán a los motores de combustión interna de los automóviles. Algunos países ya están apostando por ello: Islandia es el primer país que quiere tener una economía basada en el hidrógeno utilizando la energía geotérmica.

¿Qué les falta a las energías renovables?

Las energías renovables han despegado. En España la energía eólica produce unos 11.000 Megavatios (MW). Somos la segunda potencia después de Alemania, aunque este año Estados Unidos nos volverá a pasar. En el mundo había el año pasado 60.000 MW instalados, el equivalente a 60 centrales nucleares. La energía eólica va viento en popa: se obtiene electricidad a unos precios competitivos, y es perfectamente viable que el 15 o 20% de la electricidad mundial provenga en 30 o 40 años de la eólica. El potencial de crecimiento de la eólica en España es inmenso: Las empresas fabricantes y promotores eólicos han solicitado a Red Eléctrica Española (REE) enganchar a la red 55.000 MW.

¿Y la energía solar?

La energía solar fotovoltaica está teniendo también un gran desarrollo, a pesar del incremento de los precios de su materia prima, el silicio solar. Pero los datos del sector apuntan a que cada vez que se duplica la producción de células fotovoltaicas, los precios se reducen un 20%. En estos momentos hay peticiones para instalar en España 6.000 MW fotovoltaicos, sobre todo con el desarrollo de los huertos solares. Asimismo, se espera que en unos años también se desarrolle la energía solar para producir electricidad a medias y altas temperaturas. El Código Técnico de la Edificación, aprobado en marzo, obliga a los nuevos edificios a instalar paneles solares para obtener agua caliente y a que en grandes edificios de oficinas haya energía solar fotovoltaica. Luego hay otras fuentes con un desarrollo más desigual, dependiendo sobre todo de países, como la biomasa, la geotermia o la hidráulica.

A pesar de ello, algunos expertos consideran más realista contar con la energía nuclear como sustituto del petróleo

Hay un relanzamiento más verbal que real de la energía nuclear. Hay presión en muchos países, pero las previsiones no se cumplen. La Agencia Internacional de la Energía Atómica preveía 2.500.000 MW para el año 2000, cuando sólo se ha llegado a unos 400.000 MW. Los programas nucleares están paralizados en la mayor parte de los países. En España el debate está más en ver si se alarga o no la vida útil de las ya construidas que en abrir nuevas. El problema de los residuos radiactivos y la proliferación de las armas nucleares son grandes desventajas que llevan a posicionarnos en contra. En España, el coste de los residuos radiactivos de las centrales nucleares desde los años 80 del siglo pasado hasta mediados del actual va a llegar a los 15.000 millones de euros y no se espera a medio plazo la solución al problema de los residuos.

¿Cómo se va a conseguir mantener e incrementar el consumo energético?

Se trata de utilizar sabiamente los recursos de petróleo, gas natural y carbón y organizar la transición para que las energías renovables vayan jugando un papel cada vez mayor y que en el futuro entre el hidrógeno. Hay multitud de trabajos que indican que a finales del siglo XXI el consumo energético mundial se podrá basar en energías renovables. El potencial de estos recursos es inmenso: sólo la energía eólica podría producir electricidad equivalente a cinco veces el consumo actual en todo el mundo.

¿Por qué no se potencian más estas energías?

En España las está frenando en estos momentos el Ministerio de Industria, porque dicen que la REE no tiene capacidad de gestión del suministro de la energía eólica. Se les plantea un problema nuevo: se necesita una capacidad de reserva cuando no hay viento. De ahí la necesidad de desarrollar el hidrógeno, porque es una forma de almacenar energía. También están las centrales de bombeo, centrales hidroeléctricas reversibles que aprovechan el menor consumo energético nocturno y ya almacenan la electricidad. En España se construyeron para las centrales nucleares, que no se pueden apagar de noche, por lo que les sobra electricidad. Si hay voluntad política, el modelo energético se puede basar en energías renovables totalmente para finales de siglo.

¿Qué pueden hacer los consumidores por su parte?

El consumo compulsivo de bienes es la causa principal de la degradación ambiental. Por eso es fundamental el consumo responsable. El consumidor tiene un enorme poder y puede jugar un papel clave para reorientar el modelo económico.

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