Jean-Paul Sartre considera que el ser humano está «condenado a ser libre»; es decir, arrojado a la acción —y responsable plenamente de la misma, y sin excusas—.
Sartre se forma en la fenomenología de Husserl y en la filosofía de Heidegger, discípulo, a su vez, de Husserl. En plena guerra mundial, cuando forma parte del Ejército Francés, como meteorólogo —Sartre, incluso, es hecho prisionero, y en el largo periplo de ser cautivo del nazismo reformula muchas de sus ideas, elabora otras, escribe constantemente, incluso representando obras de Teatro en pleno campo de prisioneros—, aunque si en Heidegger el Da-sein es un «ser-ahí», arrojado, «yecto» en el mundo, «para Sartre, el humano, en cuanto «ser-para-sí», es un «proyecto», un ser que debe hacer-se». -El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo.- (Sartre: El existencialismo es humanismo)
Sartre escribe que «la existencia precede a la esencia», contrariamente a lo que se había creído tradicionalmente en la Academia Francesa. ¿Qué quiere decir esto? Sartre da un famoso ejemplo: si un artesano quiere realizar una obra, primero «la» piensa, la construye en su cabeza: esa prefiguración será la esencia de lo que se construirá, que luego tendrá existencia. Pero nosotros, los seres humanos, no fuimos diseñados por alguien, y no tenemos dentro nuestro algo que nos haga «malos por naturaleza», o «tendientes al bien» —como diversas corrientes filosóficas y políticas han creído, y siguen sosteniendo—. «Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos», que son ineludibles: no actuar es un acto en sí mismo, puesto que nuestra libertad no es algo que pueda ser dejado de lado: ser es ser libres en situación, ser es ser-para, ser como proyecto.
Sartre se forma en la fenomenología de Husserl y en la filosofía de Heidegger, discípulo, a su vez, de Husserl. En plena guerra mundial, cuando forma parte del Ejército Francés, como meteorólogo —Sartre, incluso, es hecho prisionero, y en el largo periplo de ser cautivo del nazismo reformula muchas de sus ideas, elabora otras, escribe constantemente, incluso representando obras de Teatro en pleno campo de prisioneros—, aunque si en Heidegger el Da-sein es un «ser-ahí», arrojado, «yecto» en el mundo, «para Sartre, el humano, en cuanto «ser-para-sí», es un «proyecto», un ser que debe hacer-se». -El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo.- (Sartre: El existencialismo es humanismo)
Sartre escribe que «la existencia precede a la esencia», contrariamente a lo que se había creído tradicionalmente en la Academia Francesa. ¿Qué quiere decir esto? Sartre da un famoso ejemplo: si un artesano quiere realizar una obra, primero «la» piensa, la construye en su cabeza: esa prefiguración será la esencia de lo que se construirá, que luego tendrá existencia. Pero nosotros, los seres humanos, no fuimos diseñados por alguien, y no tenemos dentro nuestro algo que nos haga «malos por naturaleza», o «tendientes al bien» —como diversas corrientes filosóficas y políticas han creído, y siguen sosteniendo—. «Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos», que son ineludibles: no actuar es un acto en sí mismo, puesto que nuestra libertad no es algo que pueda ser dejado de lado: ser es ser libres en situación, ser es ser-para, ser como proyecto.
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